Las cofradías
sevillanas realizan a lo largo del año otras actividades aparte de la Estación
de Penitencia que son las que vienen determinadas en las Ordenanzas de
constitución y entre las que aparecen están las del “culto interno”, es decir,
las celebraciones culturales dedicadas a los titulares de estas cofradías. En
ellas la música constituye un factor de eficaz contribución al esplendor de los
cultos, al mismo tiempo que acrecienta el fervoroso sentimiento cofradiero.
Tenemos
evidencia por multitud de testimonios de la solemnidad con que las Hermandades
oficiaban estas celebraciones, ejemplo de ello son estas palabras de Paul Henry
Lang: “En la época en que las ceremonias
religiosas se llevaban a cabo con el sonido de la gloriosa música de los maestros,
los fieles absorbían una cierta ración de buena música que les formaba el gusto
y les hacía receptivos hacia otros grandes músicos que encontraban fuera de
estas celebraciones”, que abundan sobre la importancia que tenía la música
en estas celebraciones.
Desde hace unos
años las aportaciones a la Historia de la Música de las cofradías van
enriqueciéndose con importantes obras dedicadas al estudio de su música y
músicos; de tal forma que hoy en día contamos con publicaciones dedicadas a la
música que se conservan en los archivos de las Hermandades. Así como la del
académico D. Ignacio Otero Nieto “La
Música de las Cofradías sevillanas” (1997); o la de D. Manuel Carmona
Rodríguez “Un siglo de música procesional
en Sevilla y Andalucía” (1993). Estas publicaciones estudian la música
desde un punto de vista amplio, analizando exhaustivamente las partituras y los
compositores.
Formas musicales en las funciones de las Hermandades de penitencia
Si el culto en
las Hermandades que procesionan ha sido uno de los aspectos más estudiados, la
música que lo adornaba, podemos decir que ha pasado inadvertida. Excepto las
marchas fúnebres que acompañan a las procesiones.
Las formas
musicales utilizadas en las funciones de nuestras Hermandades son muy variadas,
aunque podemos establecer dos tipos:
-
Música litúrgica: obras escritas en latín para
las celebraciones generales (Misas, motetes, salmos, himnos).
-
Música extralitúrgica: obras escritas en
castellano la mayor parte de ellas dedicadas a las imágenes titulares de las
hermandades (Coplas, gozos, alabados, Villancicos, alabanzas, letrillas, versos
y plegarias, entre otras).
De este
repertorio, la forma más significativa y al mismo tiempo la más genuina dentro
de las actividades de las cofradías sevillanas hasta bien entrado el siglo XX,
fue la “Copla”. Sin duda alguna, la copla o canción, compuesta generalmente de
estrofas de cuatro versos octosílabos, es el tipo formal más generalizado
dentro del repertorio tradicional español, y a ella corresponden multitud de
géneros y especies. Esta forma musical tiene un estrecho parentesco con el
Villancico, que ya en el siglo XVI era empleado en la liturgia en sustitución
de los Responsorios.
Muchos de los
villancicos son acompañados de instrumentos, y comienzan con una introducción
para voces solistas, seguida de un estribillo para solistas y uno o más coros,
y de coplas para uno o varios solistas. Las estructuras formales más habituales
de la copla tradicional son las siguientes:
-
Canciones, formadas únicamente de copla (sin
estribillo) que repiten o no algunos de sus elementos.
-
Coplas con estribillo.
o
Con estribillos formados por elementos nuevos.
o
Intervienen elementos de la copla en el
estribillo.
o
Con estribillos formados únicamente de elementos
de la copla o repetición de ésta a manera de estribillos.
No podemos
dejar de hablar de la importancia del texto en la interpretación de las coplas,
y así como la música subraya y resalta expresivamente el texto con el que forma
una unión perfecta, corresponde al texto enfatizar la melodía, para lo cual el
autor se vale de todos los elementos que intervienen en la composición de la
música y que contribuyen a resaltar la expresión íntima de las palabras y el
sentimiento general y particular de la poesía. De esta colaboración entre ambos
factores, el literario y el musical surgen “las Coplas”.
La Misa
La Misa es el
acto más importante de la liturgia católica. En el transcurso de su celebración
eran introducidas oraciones y otros actos culturales dedicados a los titulares
de las hermandades; o bien, una vez finalizada, se rezaban las oraciones
correspondientes a lo que se ha llamado “culto interno” donde se cantaban
coplas, plegarias, antífonas himnos, gozos, etc.
Muchas eran las
cofradías que contaban con Misa propia a gran orquesta, obra de un compositor
cofrade, generalmente local, o bien de un compositor de reconocida notoriedad.
Muchos fueron los compositores de prestigio que escribieron música para las
cofradías, pero pocos los que musicaron el Ordinario de la Misa para una
determinada hermandad, entre ellos, los más destacados: Hilarión Eslava,
Evaristo García Torres y Vicente Gómez Zarzuela. Otras hermandades que no
tenían Misa propia utilizaban en sus celebraciones misas de diversos
compositores, con preferencia italianos.
Asimismo, era
frecuente que en los aniversarios de difuntos se cantase, a menudo, la misa de
Réquiem de Mozart.
Otras Formas
Ambos solían
usarse en la Octava del Corpus pero también en los jubileos y en las
exposiciones y reservas del Santísimo. El Motete se ejecutaba después de alzar;
mientras que el “Alabado” se cantaban en el momento de la reserva. El “Alabado” se hizo muy popular hacia
mediados del siglo XVIII y son numerosos los compositores que le han puesto
música.
Himnos
Entre los
diferentes Himnos que se encuentran en los archivos, el más musicado es el
“Tantum Ergo” que se cantaba en la adoración al Santísimo junto con el Motete
eucarístico y el Alabado.
Secuencias
La secuencia “Stabat
Mater” aparece musicada en muchas cofradías por distintos compositores. Se
cantaba en el Septenario a los Dolores de la Virgen.
Salmos
Mención
especial hay que hacer al salmo “Miserere”, que se interpreta, especialmente,
en Semana Santa. Las cofradías solían hacer uso de las composiciones escritas
por los Maestros de Capilla de la Catedral. Su interpretación estaba
determinada por las ordenanzas que mandaba: “que si por algún accidente acordara la Corporación no hacer estación,
debe predicarse sermón de Pasión el Jueves Santo a las siete de la noche, y
cantarse un Miserere con música”.
Antífonas, alabanzas, letrillas, versos y plegarias
son formas menores que solían acompañar las funciones como los ejercicios de
comunión todos los viernes, la Adoración al Santísimo, triduos y función
principal al Titular.
Extraído del artículo de Rosario Gutiérrez Cordero y Mª Luisa Montero Muñoz para el III Simposio sobre Hermandades de Sevilla y su Provincia. Fundación Cruzcampo. 2002.
Extraído del artículo de Rosario Gutiérrez Cordero y Mª Luisa Montero Muñoz para el III Simposio sobre Hermandades de Sevilla y su Provincia. Fundación Cruzcampo. 2002.
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