lunes, 18 de octubre de 2010

Nuestros Fundadores...


Los Siete Fundadores de la Orden Servita

Pese a contar con documentos fiables y casi contemporáneos a ellos como la Legenda de Origine, la vida pública de estos siete hombres previa a su retiro es aún algo confusa. Atendiendo a las fuentes más autorizadas, podemos afirmar que sus nombres eran Bonifilio, Bonayunta, Maneo, Amadeo, Hugo, Sosteño y Alejo, todos ellos naturales de Florencia y miembros del partido güelfo, que defendían la autoridad del Papa sobre el Emperador, quien a su vez era respaldado por los gibelinos, estando ambas facciones enfrentadas en una cruel guerra que tenía asolado aquel país. Sobre el estamento al que pertenecían también hay dudas, pues al parecer mientras algunos procedían de rancias familias de la nobleza florentina como los Monaldi o los Falconieri, otros eran acaudalados comerciantes o mercaderes; fuera como fuese, de lo que no cabe duda es de la elevada posición social y económica de los Siete, entre los cuales había célibes, casados y viudos. Pertenecían a una asociación piadosa llamada "Sociedad Mayor de Nuestra Señora", y cuyos miembros (también llamados "laudenses") tenían como única finalidad alabar y orar a la Virgen en sus fiestas más señaladas, por lo que el 15 de agosto de 1233 se retiraron a un lugar de las afueras de Florencia llamado Caffaggio para celebrar la Vigilia de la Asunción. Estando los siete orando tuvieron al unísono la misma visión o revelación: la Virgen rodeada de ángeles con atributos pasionistas les instaba a que fundaran una orden en su honor y principalmente para venerar y recordar sus Dolores. Los bautizó con el nombre de Siervos de María y les indicó que debían vestir un hábito negro en memoria permanente de su Luto, así como debían adoptar para regirse la Regla de San Agustín, indicándoles todo esto por medio de símbolos que asimismo portaban otros ángeles.

Tras este suceso acordaron abandonar sus prometedoras vidas, familias y haciendas, y se retiraron a un lugar que a tal fin les cedió el Obispo Ardingo llamado Monte Senario, donde llevaron una vida totalmente apartada del mundo exterior, y en la que primaba la oración y la penitencia. No tardó en extenderse su fama y empezaron a llegar a aquel lugar personas que querían llevar la misma vida que ellos, formándose al poco tiempo una comunidad que vendría a ser el germen de la Orden, aunque la aprobación canónica de ésta no llegaron a conocerla ninguno de los Siete pues se produjo en época posterior. Allí esperaron sus respectivas y sucesivas muertes, siendos tenidos desde siempre por santos, de hecho podía haberse canonizado fácilmente de forma individual, pero la Orden prefirió aguardar a que lo fueran conjuntamente. Esto sucedió el 15 de Enero de 1888, cuando León XIII los elevó de la categoría de Beatos a la de Santos, siendo el primer caso en la historia de la Iglesia de una canonización conjunta de estas características, resultando significativo además el hecho de que desde siempre sus restos descansan todos juntos en una misma urna o sepulcro. Su memoria se celebra actualmente el 17 de Febrero.

Su iconografía más habitual es inconfundible, ya que representa el momento acaecido el 15 de Agosto de 1233 y relatado más arriba: la Virgen se aparece a los Siete indicándoles que funden la Orden, aunque esta representación puede presentar variantes. La más usual es que la escena esté dividida en dos planos, uno superior o celestial donde figura la Señora en actitud de entregar el hábito o escapulario a los Fundadores acompañada de ángeles que portan distintos atributos y símbolos, y uno inferior o terrenal en el que aparecen aquéllos en actitud de asombro y oración.

Extraido de "La V.O.T. Servita de Sevilla y el grabado. Iconografía de los Santos de la Orden" de Juan Carlos Martínez Amores para el III Simposio sobre Hermandades de Sevilla y su Provincia.


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