Cuando nos aproximamos al día de la Esperanza, día en que Ellas bajan de los cielos y nos esperan ofreciendo sus manos para presentarles nuestros respetos, queremos contar cuento, un cuento que encontramos en la Comunidad de Cofrades de Pasión en Sevilla cuyo autor es nuestro amigo Vicente Sánchez Cabrera y que mejor que comenzar con un poco de Esperanza...
Cuenta la leyenda, que un antiguo prioste de la Hermandad de la Macarena que residía en la basílica contaba a los monaguillos la siguiente historia:
Era la madrugada de un 18 de diciembre lluvioso donde se había montado el tradicional besamanos del día de la Esperanza en la Basílica de la Macarena.
El prioste rendido, iba a su pequeña habitación, con una cama, armarios, estanterías donde se hallaban centenares libros de la hermandad y un cuadro que rompía de hermosura en el perfil de la Señora de San Gil, el agua caía ahora aún más fuerte.
A la hora del cantar el gallo, saltaron las alarmas de la basílica el prioste vio que faltaba su singular y único cuadro. Aprisa, corriendo, bajaba y abría cada puerta, extrañado, porque ninguna estaba forzada. Fue a la cámara principal donde se encuentra los titulares de la hermandad pero, allí faltaba algo, faltaba la Macarena.
Aquel hombre, con cara desencaja, se echó a llorar desconsolado por la pérdida de su bendita madre y de la ciudad. No era posible el altar de besamanos impoluto, con el manto y la corona. ¿Cómo le podía haber pasado a él?
Al caer su primera lágrima, llamaron a la puerta principal del templo, el hombre muy preocupado se acercó, era una muchacha con un chubasquero, cubierta por la capucha y llevaba consigo un cuadro, ella respondió a un hombre pálido al reconocerla:
Soy la dueña de este hogar, que vuelve a casa y no se te olvide que a la puerta siempre llamará la Esperanza.
Entregándole Ella el cuadro, él todas las mañanas se despertaba y la Esperanza en su altar lo esperaba.
Soy la dueña de este hogar, que vuelve a casa y no se te olvide que a la puerta siempre llamará la Esperanza.
Entregándole Ella el cuadro, él todas las mañanas se despertaba y la Esperanza en su altar lo esperaba.
Dar las gracias al autor, Vicente Sánchez Cabrera por ser tan buen amigo cofrade y animarlo a que siga escribiendo tan buenas cosas como esta.
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